Mi 2018 en un libro, un vídeo, una canción, un tatuaje, un viaje y un momento

Escrito por Abril Camino - 27 diciembre

Mi 2018 en un libro, un vídeo, una canción, un tatuaje, un viaje y un momento

A mí de verdad que me gustaría ser una hípster moderna que odia la Navidad y se enorgullece de ello, pero... ay, Dios, es que me encanta. Ella y todos sus tópicos. Enfermar de los nervios en centros comerciales, comer hasta poner a prueba el límite la piel de mi tripa, ugly sweaters, árbol con espumillón y luces del chino fácilmente inflamables... y hacer repaso al año que se va en el blog. Se siente. Huid ahora que estáis a tiempo.

Este año no voy a hacer un repaso por meses, quizá porque este año ha sido intenso de pelotas y el repaso podría convertirse en novela. Ha sido probablemente el mejor año de mi vida desde el punto de vista profesional, ha estado lleno de cosas maravillosas en lo personal, ha habido un par de baches jodidos, he viajado mucho, he visto sufrir a algunas personas a las que quiero y más felices que nunca a otras... Supongo que, como casi todos los años, el balance se queda en un fifty fifty.



No haré repaso mes a mes, pero sí hablaré de algunas cosas que han marcado este 2018 al que ya casi estamos diciendo adiós. Libros, momentos, tatuajes, viajes... esas cosas que siempre están presentes en mi vida y que se convierten en la imagen mental que en el futuro me vendrá a la memoria cuando piense en este año. Vamos allá con ello.

Un libro


Este año he leído unos ciento cuarenta libros (los ciento veinte que podéis ver aquí y unos quince o veinte más de los que he sido lectora cero o correctora y que verán la luz en 2019 o más adelante). Algunas lecturas han sido maravillosas, mágicas, de esas que no se olvidan nunca y que se convierten en favoritas a futuras relecturas (os hablé de ellas el jueves pasado).

Además, en este año, he publicado dos libros. Mi primera experiencia a través de editorial llegó en abril con Mi mundo en tus ojos, la historia de Summer y Logan. Y en septiembre llegaron Candela, Mario y su casa blanca a la orilla del mar. Además, he escrito otras dos novelas, además de En una casa blanca a la orilla del mar (Mi mundo en tus ojos ya estaba escrita de 2017). Dos novelas muy diferentes, un poco raras incluso, que no tengo ni idea aún de cuándo verán la luz.

 

Pero mi libro de este año no es ninguno que haya leído, escrito o publicado durante 2018. Curioso, ¿no? Mi libro de este año, el que ha estado presente en todos y cada uno de sus momentos, es el que se convertirá en mi próxima novela publicada. La historia de Ada y Hugo. A algunos quizá os suene porque hablé de ella en mis redes hace tiempo, cuando la estaba escribiendo, aunque ha habido un cambio de título. Pronto, MUY PRONTO, os lo contaré todo sobre ella. Sobre ellos. Sobre la novela que más me ha marcado en mi vida y que llegará a vuestras manos dentro de poquito tiempo. Apuntad estas siglas: ICDA.

Un vídeo


No creo que vaya a ser yo la primera en decir que 2018 ha sido el gran año del feminismo en las últimas décadas. Nunca esa palabra, ese pensamiento, había estado en boca de tanta gente como en los últimos doce meses. Nunca tantas mujeres (y algunos hombres) se habían enorgullecido de decir en voz alta que son feministas. Nunca nos habíamos planteado tantas cosas, leído tantos libros y escuchado tantas voces que dicen —decimos— que basta ya.


Un momento que nos marcó a muchas este año llegó en el mes de marzo, con la huelga feminista. No os voy a mentir: a mí me pilló en un momento muy difícil. Llevaba por aquel entonces más de dos años trabajando en un medio de comunicación que puso en mis manos la sección de feminismo, lo que significa que llevaba más de dos años informando a diario sobre brechas salariales, abusos sexuales, sentencias vergonzosas, comentarios machistas, acoso callejero... bueno, ya sabéis. Toda esa mierda. Pero cuando quise informar (informar, ojo, no opinar) sobre la huelga del 8 de marzo... se me prohibió expresamente. No lo había contado nunca en público hasta ahora (de lo cual me arrepiento).

Digo que el 8 de marzo llegó en un momento agridulce porque... ¿os imagináis lo que es trabajar en un medio de comunicación que presume de feminismo y no poder contar que hay miles de mujeres saliendo a las calles a reclamar igualdad? Fue jodido. Yo hice semihuelga (en Coruña es festivo ese día, por lo que fue una cosa rara). Pensaba ir a la manifestación de la tarde, por supuesto, pero la frustración que tenía dentro mejor no os la cuento. Y entonces puse la tele. Y me encontré esto. Y para mí... siempre será el vídeo con el que recuerde el 2018.




Una canción


Este es el momento en el que podéis empezar a asumir que estoy obsesionadita con la novela que voy a publicar próximamente, ¿vale? Ya os adelanté algo en la entrada de este blog sobre la música de mis novelas. ICDA está llenita de música. Entre sus páginas suenan acordes que ayudan a Ada y Hugo a contar su historia. Y para mí, ellos dos serán siempre una canción. Hugo, La canción más triste, de Robe Iniesta. Pero Ada... ella fue mientras escribía la novela, ha sido mientras la dejaba madurar y será para siempre en mi interior... Lady Madrid. Ya lo entenderéis cuando la leáis.


Un tatuaje


Esto es fácil. En 2017 me tatué cinco veces (sí, madre, deja de hiperventilar), pero el último que me hice me dolió tanto tantísimo que llegué a pensar que nunca volvería a pasar por eso de las agujas y la tinta. Pero no. En noviembre de este año volví a echarle valor y me hice un tatuaje que llevaba muchísimo tiempo en el departamento de asuntos pendientes de mi cerebro. Si algún día me pierdo... ya sabéis dónde encontrarme.



Un viaje


No hace falta conocerme demasiado para saber que viajar es (junto con los libros) la auténtica pasión de mi vida, el motor que me mantiene en pie, algo que va mucho más allá de una afición. Este año he conocido lugares increíbles, como Canadá en invierno o Copenhague y San Petersburgo en primavera; he vuelto a ciudades que fueron escenario de algunas de las historias que he escrito, como Estocolmo; he repetido la increíble (y loca) experiencia de pasar en Múnich la Oktoberfest; he ido bastante a Madrid, aunque la vez más especial siempre será la que supone un reencuentro con algunas de las personas más importantes de mi vida en la Feria del Libro; y he hecho escapaditas aquí y allá siempre que he tenido ocasión.

El día que Lennon y Daniel volvieron a Estocolmo


Pero, aunque esos lugares son increíbles y volvería mañana sin pensarlo dos veces... hay uno que se lleva la palma. Si habéis leído En una casa blanca a la orilla del mar, sabréis a qué sitio me refiero. Vila Nova de Milfontes es un pueblo del Alentejo portugués al que llegué por pura casualidad (literalmente, porque tenía un resort que aceptaba perros después de buscar algo así durante semanas) en la Semana Santa de 2012. Volví en 2014, cuando mi vida se tambaleaba de una manera bastante tenebrosa. Y pensé que nunca iba a regresar, que solo sería un lugar especial que quedaría en mi recuerdo.



Pero volví. Volví en la Semana Santa de 2017. Y en la de 2018. Y de esta última, salió la historia de Mario y Candela. Se me ocurrió su historia durante las nueve horazas de viaje de vuelta y la escribí a modo sprint en tres semanas a mi regreso. Ese lugar me ha dado muchos momentos inolvidables que se quedarán para siempre en el recuerdo. En 2018, además, me regaló una novela. Por eso es el viaje que se lleva la palma de este 2018.



Un momento


Además de una hípster moderna antinavideña, también me gustaría ser una tía tranquilita y rutinaria, de verdad que sí. Igual hasta mi deseo con las campanadas acaba siendo tener un 2019 sin sobresaltos (bah, a quién quiero engañar, me va la marcha). El caso es que 2018 ha sido un año con unos cuantos altibajos, personales y profesionales. Con momentos duros y con unos cuantos absolutamente maravillosos. Pero, si tuviera que quedarme con un solo instante de este 2018, sería con el momento más decisivo. El que llegó el 26 de septiembre, el día en que dejé mi trabajo en Trendencias.

No fue algo impulsivo; era una idea que llevaba meses rondándome el pensamiento. Ni siquiera voy a entrar en los motivos porque, en fin... ardería Troya. Siempre me he considerado una persona muy positiva, así que de allí me llevé algunas buenas amigas, la experiencia de haber aprendido muchísimo, el orgullo de haber hecho mi trabajo dando el 101% de mí misma... y nada podrá eclipsar eso nunca.



Pero si ese es para mí el momento más determinante de este año que se acaba es porque ahora ya sí que sí... los libros son toda mi vida. Mi jornada laboral diaria transcurre entre corregir (lo mío y lo de otros) y escribir (lo mío solo, claro). Y eso es algo que, hace algunos años, cuando mi vida profesional era una mierda del tamaño de Brasil... no podía ni soñar. Literalmente. No se me podía pasar siquiera por la cabeza. Por eso sé que ese momento, el momento en que decidí apostarlo todo por mi carrera literaria y salí de esa zona de confort que suponía tener un sueldo fijo en la revista... puede que no solo sea el momento más determinante de 2018 para mí, sino quizá... de toda mi vida.

Así que... este es mi 2018 en unas cuantas pinceladas. Espero que el 2019 no decepcione y también me deje —a mí y a vosotros— unos cuantos momentos inolvidables, muchos libros y felicidad a tutiplén.

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