Como ya os habréis dado cuenta, soy un pequeño caos en esto de las recomendaciones de novelas. Son las entradas de mi blog que más os gustan, las que siempre me pedís, así que me he propuesto mejorarlas un poco y no verme como el mes pasado, con un listado gigante de libros de todo el verano que tuve que acabar dividiendo en dos partes (esta y esta).
La música hace magia. Tiene la capacidad de cambiarnos el estado de ánimo, de evocar recuerdos y... de inspirarnos. No conozco a ningún escritor que, en un momento u otro del proceso creativo, no recurra a la música para algo. Ese algo, en mi caso, suelen ser dos cosas: ponerme en el estado de ánimo que necesito para escribir una determinada escena o capítulo y evocar a los personajes con esa canción de fondo.
Esta entrada no tocaba hoy. Tenía pensado desde hace semanas retomar un poco los consejos para autores noveles que escribía en el blog hace un tiempo. Llegarán, lo prometo, ya tengo varias entradas en mente, pero... hoy quiero necesito hablaros de uno de los momentos más difíciles a los que se enfrenta un autor al acabar un manuscrito: decidir qué hacer con la corrección.