Junio ha sido un mes menos productivo en cuanto a lecturas que los anteriores (casi casi lo celebro). En realidad, he leído más o menos lo mismo que siempre, pero muchas de esas horas de lectura se la han llevado trabajos de corrección, así que... he tenido menos tiempo para historias ya publicadas. Han sido diez libros, algunos realmente raros, pero diría que muy buenos en general. Uno de ellos... extraordinario. De los destinados a quedarse para siempre en el top de mis novelas favoritas de toda mi vida. Vamos allá con el repaso:
Sigo con la serie de entradas dedicadas a mis autores contemporáneos favoritos, con el que creo que será el único escritor (en masculino) que se colará en el top. Y aunque hay algunas autoras sobre las que estoy deseando escribir, tengo sobre la mesilla algunos libros de ellas y prefiero leerlas para escribir sus entradas correspondientes con un poco más de fundamento. Así que le toca el turno a David Nicholls, porque de él sí me he leído todo lo que está disponible en castellano. Y tengo mucho que contar sobre él.
Ha llegado el momento. El glorioso momento de escribir la palabra «Fin» a nuestro manuscrito. A nuestra primera novela. La ilusión dura un rato (un muy buen rato), pero enseguida llegan las dudas... ¿Y ahora qué hago?
Si me he decidido a escribir esta entrada es porque puede que esa sea la pregunta que más veces me han hecho las personas que se ponen en contacto conmigo para contratar alguno de los servicios de asesoría literaria. «Estoy terminando / Acabo de terminar un manuscrito y no sé muy bien por dónde seguir a partir de ahora». Y es normal. Yo tuve mucha suerte de estar bien asesorada cuando escribí mi primera novela y después he ido aprendiendo mucho con la experiencia, pero hoy voy a meterme en la piel de alguien novato, de alguien que tiene mucha ilusión pero está algo perdido.