Hoy tengo el gustazo de hablar, en esta sección de Entrevistas con autoras, con Mimmi Kass. Acaba de publicar su primera novela, así que voy a dejar que hable ella, que se nos presente como lectora y como escritora.
En estos días, toda la gente que conozco se está yendo de vacaciones, o preparándose para irse de vacaciones o protestando porque se les están terminando / han terminado. No es mi caso. No tengo vacaciones a la vista, salvo algunos días sueltos que me cogeré en otoño y en Navidad para irme por ahí a ver mundo. Y, sin embargo, llevo semanas diciéndole a todo el mundo que mañana me voy de vacaciones. Porque mañana, si no me pasa ninguna de esas millones de cosas que suelen ocurrirme, cogeré carretera y me iré a pasar un mes (o dos, según se tercie) a pie de playa, terraza y cervezas al sol.
Como veréis, estoy muy a punto de conseguir escribir un título de post más largo que el propio post. Pero, bueno... en este caso, el asunto había que expresarlo así. En el post de hoy no voy a hablaros de mis escritoras favoritas, sino de las que más adicción literaria me producen. Que, bueno, un par de ellas sí que son mis favoritas, de hecho, pero ese no es el asunto hoy. El asunto es que son esas escritoras de las que apunto mentalmente sus fechas de lanzamiento y, si alguna se me pasa, y me encuentro por casualidad en Amazon con alguna de sus novedades... muero de emoción. Y, por supuesto, me devoro todos sus libros del tirón (lo que suele traer como consecuencia una resaca literaria llena de ojeras). Os las voy a presentar, aunque seguro que ya las conocéis a todas :)
Hoy os voy a hablar de algo que me viene poniendo de mala leche desde hace tiempo. Empiezo por el principio: a la gente le fascina esto de ser escritora. Y más de novela romántica. Lo entiendo. Es una profesión rara, original... lo que sea. La gente siente curiosidad y pregunta cosas. Vale. Bien. También lo entiendo. Yo también hablo con mis amigos sobre sus trabajos y les puedo preguntar algo concreto en algún momento. Pero hay una línea muy fina entre la pregunta o el comentario bienintencionado y la simple tocadura de huevos. Y aquí, a continuación, las frases que a mí me los tocan soberanamente: