Las fases de corrección de una novela
Escrito por Abril Camino - 11 enero
Antes de empezar a hablar de corrección, me gustaría dejar claras unas cuantas cosas. La primera, que hacen falta conocimientos muy sólidos para que un autor se meta en la fase de corrección. Y cuando digo «conocimientos muy sólidos», no estoy hablando de que se te den (más o menos) bien la ortografía y la gramática. Cuando yo me metí en la aventura de escribir mi primera novela, tenía un bagaje académico que parecía avalar el proceso de corrección: dos filologías y un máster en edición. ¿Era suficiente? Pues no. Al primer vistazo de un corrector externo, cayeron un montón de errores. No de confusiones b/v ni de comas u otros signos de puntuación, pero sí de ortotipografía, de estilo, de continuidad... ¿Todo esto os suena a chino? Pues... lo que digo siempre: formación, formación y formación. Si, además, soléis tener problemas con conceptos gramaticales y ortográficos, mi consejo es que, sin duda, contratéis una corrección externa. De hecho, creo que solo algunos kamikazes con una formación muy específica deberían atreverse a dar el paso de autocorregirse. Sí, yo estoy entre esas locas y, aun así, varias veces he contratado correctores ajenos y, en las relecturas que hago de los libros que me corregí a mí misma, siempre me apetece cambiar algo. O todo. Yo qué sé.
Dicho esto, explicar en un solo post todo lo que implica la corrección es imposible. Así que me limitaré a daros unas pinceladas para que sepáis cómo enfrentaros al infernal borrador que tenéis delante. Porque, del mismo modo que afirmo que una corrección externa es necesaria casi siempre, también es cierto que la primera corrección debe venir de parte del propio escritor. Vamos allá:
Fase 1: Corrección de estructura o editing
Hay un único lugar en el mundo en el que la trama y los personajes de nuestra novela son perfectos: la cabeza del escritor. Nosotros, como padres de la criatura, lo sabemos todo: por qué el protagonista tiene ese carácter de mierda, por qué los padres de ella la tratan como a una cría, por qué se enamoran como perros en un solo fin de semana juntos... Todo. El reto es saber transmitirlo. En esta fase de la corrección será donde releamos nuestra novela y nos pensemos muy mucho si el lector va a entender eso que queremos transmitirle. ¿Mi consejo? Buscaos un par de amigos, mejor si son lectores frecuentes, y todavía mejor si son lectores frecuentes de vuestro género, que estén dispuestos a leer el manuscrito y a preguntaros todo aquello que no les cierre de la trama. Por supuesto, siempre será mejor si conocéis a gente del mundillo literario y esos se convierten en vuestros lectores cero (los amigos no suelen ser imparciales), pero esto dependerá, claro, de los contactos que tengamos.
Si queréis que esta fase se suavice lo máximo posible, es fundamental que hayáis sido cuidadosos con la fase de planificación de la novela. Hay una norma que funciona casi siempre en escritura: cuanto más se planifica, menos hay que corregir... y viceversa.
Fase 2: Corrección de estilo
En mi opinión, esta es la fase más difícil. Al menos, la más difícil de explicar. La literatura tiene que ser algo más que contar una historia. Tenemos que dotar de belleza a esa historia. ¿Cómo se hace eso? Ay, amigos... como para resumirlo en un post... Mi truco personal, que probablemente os parezca la peor pesadilla que hayáis escuchado jamás, es releer cada frase, todas las frases del borrador, y pensar en cada una de ellas como si fuera un ente independiente. ¿Es realmente necesaria esta frase? ¿Describe bien el lugar del que habla? ¿Da idea de la acción que pretendo narrar? ¿Suena realista como parte de un diálogo? E ir modificando, claro. Pero, OJO, sabiendo parar. Quizá lo más importante de la corrección de una novela, aunque no os lo haya dicho antes, es saber parar a tiempo. La tentación de cambiarlo todo, TODO, porque estamos como jodidas regaderas somos muy exigentes con nuestro trabajo siempre va a estar ahí. La novela perfecta no existe (o sí, pero mucha suerte tendríamos si fuéramos nosotros quienes la escribiéramos).
Fase 3: Ortotipografía
Aunque estés convencido de que dominas la gramática y la ortografía del español a la perfección, es probable que no sea así. ¿Sabes la diferencia entre "deber" y "deber de"? ¿Conoces las últimas actualizaciones normativas de la RAE? ¿Sabías que esa palabra que usas a diario no existe fuera de tu zona? No pondrás coma entre el sujeto y el predicado, ¿verdad? ¿Sabes utilizar el guion corto, el guion medio y el guion largo? ¿Las comillas latinas y las inglesas? ¿Conoces las normas básicas para utilizar la cursiva? Pues eso... que, si no lo habéis hecho en las fases anteriores, quizá ahora sí sea el momento de contratar un corrector profesional.
Si no lo hacéis, armaos de borrador impreso y boli rojo. Y, después de eso, pasad el archivo al Kindle (o al reader que uséis habitualmente) y leedlo de nuevo. Y así, hasta mil veces, porque... la mala noticia es que, si leéis mil veces el manuscrito, mil veces encontraréis algún error ortotipográfico.
Como habréis podido observar, este post es más una introducción a esa fascinante fase que es la corrección (sí, a mí me parece fascinante) que una explicación en profundidad. Mi opinión personal es que la fase de corrección determina la calidad de un escritor tanto como lo hace la fase creativa en sí misma. Si no estáis completamente seguros de que podéis llevar a cabo esta titánica labor y no estáis dispuestos a dejaros los dineros en una corrección profesional, quizá sea mejor que optéis por presentar vuestro trabajo a editoriales —que se encargarán de este proceso—, en lugar de lanzaros a la aventura de la autoedición (aunque muchas editoriales se echarán las manos a la cabeza ante un manuscrito sin corregir). Pero, si tenéis claro que queréis autopublicaros..., dejaos los ojos en este proceso porque será el que determine, en gran parte, la calidad de vuestro trabajo. Mi opinión sobre la ingente cantidad de libros plagaditos de errores gramaticales y ortotipográficos... mejor me la callo. Que luego me dicen que si soy polémica y tal.
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