19 secretos confesables sobre mi casa blanca a la orilla del mar (SIN SPOILERS)

Escrito por Abril Camino - 20 septiembre

19 secretos confesables sobre mi casa blanca a la orilla del mar (SIN SPOILERS)

Ha llegado el día. Hoy, En una casa blanca a la orilla del mar está ya a la venta en digital, después de unas semanas solo en papel en que ya muchas lo habéis leído y me habéis dicho unas cosas preciosas sobre ellos. Así que hoy me parece el día perfecto para desvelaros unos cuantos secretos sobre esta novela que llegó de forma inesperada y que ya se ha llevado un trozo de mí 💙.



1. De forma inesperada, decía. Así llegaron a mi vida Mario y Candela. En marzo de este año, estaba a punto de publicarse Mi mundo en tus ojos. Tenía a medio escribir (más o menos) el nuevo proyecto en el que estoy trabajando ahora mismo. Había acabado La duda de Ada y tenía que corregirla (y creedme que fue una tarea titánica, porque es una novela muy larga). Vamos, que estaba a mil cosas más y empezar una novela de cero no entraba para nada en mis planes. Me fui de vacaciones, en Semana Santa, y volví todo el camino en coche pensando en la trama. Todo todo todo el camino, en serio; puede que no hablara ni una palabra. Y al día siguiente... abrí un documento en blanco en mi ordenador.



2. Por supuesto, la culpa de todo fue de esas vacaciones. Me fui al mismo pueblo de Portugal al que voy (casi) todos los años por esas fechas. Hace ya tiempo que tenía claro que una de mis novelas tenía que desarrollarse allí... y ese lugar, Vila Nova de Milfontes, se convirtió en un personaje más de la historia de Mario y Candela.



3. Llevaba años queriendo escribir una novela epistolar. Me encanta leerlas, desde siempre, y me apetecía muchísimo probar esa forma de narrar. Pero no daba con la historia a la que le pegara esa modalidad narrativa... hasta aquel viaje en coche, claro, cuando todas las piezas (el escenario, la trama y lo epistolar) encajaron como piezas de un puzle.

4. Escribí el borrador en menos de un mes. Entre esas vacaciones y un viaje que hice a finales de abril iban justo cuatro semanas y, en cuanto me puse al lío de escribir, supe que tenía que acabarla antes del viaje o me cortaría totalmente el punto en el que estaba, que perdería el tono. Así que le metí muchas (muchísimas) horas... y lo conseguí. En poco más de tres semanas, estaba acabado el borrador.



5. He tardado bastante más en corregir y maquetar que en escribir. Yo sí soy de las que piensan que se puede escribir un manuscrito en muy poco tiempo. Pero de ahí a la novela final... La ecuación suele funcionar así: cuanto menos tardas en escribir el borrador, más se prolonga la corrección. Y así fue en mi caso. Revisé muchas cosas en las siguientes lecturas, cambié, retoqué... Y de maquetar mejor no os hablo, ¿vale?



6. Desde el primer momento quise que esta novela fuera bonita por fuera. En la trama hay cartas manuscritas, emails, notitas tipo post-it, whatsapps... Y me apetecía que cada cosa tuviera su forma; incluso que las cartas manuscritas tuvieran diferentes tipos de letra según el remitente... Y en ese lío me metí. El resultado creo que ha quedado muy bonito en papel; en digital también, pero ya sabéis que Kindle tiene más limitaciones con las tipografías y demás.



7. Como ya estaba metida en el follón de hacerla bonita, decidí incluir unas ilustraciones. La novela se divide en las cuatro estaciones del año + un epílogo, y me apetecía que cada una de esas cinco partes tuviera su ilustración. Busqué en Instagram un montón de ilustradores cuyo trabajo me gustaba, hasta que se me ocurrió preguntarle a mi prima Ana, que dibuja DE MORIRSE... y ya no tuve que buscar más. El primer boceto que me envió fue el de la ola con la que comienza el «Verano» y me enamoró tanto que la dejé que hiciera lo que le diera la gana. Y no me arrepiento lo más mínimo.



8. El título de la novela fue de los fáciles. Ya os he contado alguna vez que mis títulos solo tienen dos opciones: o se me ocurren a la primera, incluso a veces antes de empezar a escribir, o son una pesadilla interminable de búsqueda una vez terminada. En este caso, tenía muy claro que el escenario principal de la novela sería una casa blanca a la orilla del mar, y así llamé al archivo de Word cuando empecé a escribir... hasta que me di cuenta de que, joder, me encantaba como título. Y así se quedó.



9. Todo iba muy bien con esta novela. Se me había ocurrido el título a la primera. Empecé a escribir y las palabras me salían solas. Tenía la trama en mi cabeza hasta tal punto que es la primera vez que ni siquiera hago un esquema, ni un planning ni nada. Me puse a la tarea de buscar fotos para la portada que encajaran con mi idea y, ¡joder!, a la primera las encontré. ¿Qué podía salir mal? Pues que a una le patinan las neuronas y la portada se convirtió en una pesadilla. Os la conté en esta entrada: Mario, Candela y la historia de la portada maldita.



10. La fecha de lanzamiento también fue un pequeño quebradero de cabeza. Tenía algunas limitaciones de plazos por temas editoriales, pero quería que saliera en verano porque... la novela huele a verano, eso es así. Así que septiembre fue la elegida. Y ahí entraron ya en juego mis supersticiones. Soy cero supersticiosa, así que más bien son manías. La primera es que siempre publico en jueves (cuando son autopublicadas, en editorial no depende de mí). Y la segunda es que el jueves 22 de septiembre de 2016 publiqué Sangre y tinta. El jueves 21 de septiembre de 2017 publiqué Te quise como si fuera posible. Así que, teniendo en cuenta la suerte que me dieron esas fechas con esas novelas... tenía que ser el jueves 20 de septiembre de 2018, ¿no?



11. Esta novela no es una de esas en las que la música tiene un papel crucial, aunque reconozco que escuché fados compulsivamente mientras la escribía (sí, ver para creer, yo escuchando fado). Pero un día estaba con la radio de fondo en casa y sonó Días de verano, de Amaral. Cuando escuché la frase «no quedan días de verano para pedirte perdón»... supe que con esa frase se tenía que encabezar la parte del otoño. Cuando lo leáis entenderéis por qué, supongo. Así surgió la idea de que cada ilustración fuera acompañada de una frase de una canción. Os dejo por aquí la lista de Spotify con toda la música de la novela:



12. Los musos, esta vez, fueron de lo más fáciles. Mario era el modelo brasileño Marlon Teixeira, lo tuve claro desde el minuto 1. Como persona experta en musos de Pinterest (exijo un diploma en la materia), no creo que haya nadie en el mundo más Mario que él. Con ella dudé un poco más... pero poco. Marion Cotillard apareció y ya no podría imaginarme a Candela con otra cara. En breve, haré público el tablero de Pinterest (me lo estoy guardando un poquito por miedo al spoiler).

 


13. Un momento... ¿Vila Nova de Milfontes? ¿No había escrito ya algo ambientado en ese pueblo antes? Pues... ¡sí! Si habéis leído la saga Destino, recordaréis que la madre de Lucía se retiró a ese pequeño paraíso portugués en un determinado momento de su vida (no os cuento más por si no la habéis leído). Por supuesto, con lo que me gusta jugar a los cameos, en algún momento Candela se encuentra con María, la madre de Lucía.



14. La casa en la que se desarrolla toda la trama es (más o menos) la casa en la que pasé estas últimas vacaciones. Encontramos en Airbnb una planta baja independiente y el casero vivía en la parte superior, como en la novela. Y era blanca, con las ventanas pintadas de malva, un patio precioso con naranjos y una barbacoa. Hasta ahí las similitudes. No estaba a la orilla del mar y, desde luego, el casero no era como Mario. Para algo están las licencias literarias, ¿no? (He rescatado esta única foto de mis vacaciones, que había subido a stories, para que quede constancia de que los naranjos eran reales).



15. Os juro que intento con todas mis fuerzas no tatuar a todos mis personajes, pero nunca lo consigo. Solo en una no hay tatuajes (una que aún no conocéis). En la historia de Mario y Candela, hay varios, y uno, como suele ocurrirme siempre, lo tengo yo en mi muñeca. En esta ocasión no es muy difícil de adivinar. En esta foto que subí a Instagram ya di todas las pistas mucho antes de que la novela estuviera siquiera en proyecto.



16. Como suele ocurrirme, antes de ponerme a escribir en orden lineal, escribí cosas sueltas. En este caso, lo primero que escribí de la novela fueron el último capítulo y el epílogo. Estoy colgada, lo sé. Y me boicoteo a mí misma la corrección porque, claro, tuve que cambiar luego muchas cosas porque las novelas (por suerte) cobran vida propia y nunca acaba todo exactamente como estaba planeado.


17. En muchas de mis novelas he metido los nombres de mis mejores amigas, así, sutilmente. En esta, hay cierta abogada llamada Alba a la que Candela le da las gracias muchas veces... que seguro que quien me conoce bien sabe en quién está basada.

18. También hay un guiño al perro de mi amiga Lorena, que es un podenco portugués (¿casualidad?) llamado Gómez, como el perro de Mario.



19. Como imaginaréis, la única obsesión que tengo ahora en mi cabeza es volver allí, al lugar donde todo comenzó, con la historia de Mario y Candela bajo el brazo. Ese es mi primer deseo para 2019. Y algo me dice que me lo cumplirán 💝.

Y esto es todo lo que os puedo contar. He escrito y borrado como ochenta cosas porque ya ni siquiera sé muy bien lo que es un spoiler y lo que no, así que he optado por la prudencia total. Solo espero que, si decidís darle una oportunidad a esta historia, os enamoréis un poco de Mario y Candela. Con eso... yo ya me doy por satisfecha.

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