Escritoras de las que me leería hasta la lista de la compra (IV): Hanya Yanagihara

Escrito por Abril Camino - 22 agosto

Escritoras de las que me leería hasta la lista de la compra (IV): Hanya Yanagihara

La entrada de hoy será breve. En primer lugar, porque se la dedico a una autora que solo tiene dos libros publicados. Pero, sobre todo, porque no me gustaría que leer mi blog os robara ni un solo minuto que podríais estar dedicando a leer cualquiera de esas dos maravillas. Dicho esto, vamos allá, a adentrarnos en el mundo de Hanya Yanagihara, la que es, para mí, quizá la mejor voz de la narrativa norteamericana contemporánea... y eso es mucho decir.



Como decía, Yanagihara ha publicado solo dos libros: La gente en los árboles, en 2013, y Tan poca vida, en 2015. Yo los leí en sentido inverso, primero Tan poca vida, que se convirtió hace un par de años en un fenómeno editorial en todo el mundo; y hace solo unas semanas La gente en los árboles, que salió en oferta en un Kindle Flash y fue como una señal de que había llegado su momento. Los dos me gustaron, en los dos caí rendida a una forma de escribir que es pura magia con las palabras y los dos me mantuvieron atrapada a sus páginas durante días, a pesar de que no son precisamente novelas cortas ni ligeras (especialmente Tan poca vida, que pasa de las mil páginas). 

No son ligeras las novelas de esta autora, no. Por eso me sale de dentro una advertencia: que no son libros que puedan gustar a todo el mundo; incluso a mucha gente la horrorizarán. Pero también siento que es una advertencia un poco innecesaria, porque ¿qué libro es para cualquier público? Estoy bastante en contra de esto de tener que advertir a la gente si una novela es especialmente dura (ambas de las que hablo aquí lo son en grado extremo). No me gusta infantilizar al lector, que generalmente sabe muy bien lo que elige. Pero duras son. Mucho. 

Tan poca vida


Leí Tan poca vida en poco más de una semana hace unos tres años. Lloré mucho. Me tuvo las veinticuatro horas del día pensando en la historia. La quería acabar y a la vez no. Incluso vomité en dos pasajes (juro que esto no me había pasado jamás, ni con una peli, ni con un libro ni con nada; antes de leer esta novela, yo pensaba que era cero aprensiva). Y diréis vosotros, tal vez con buen criterio, ¿por qué coño recomiendas algo que te dejó tan mal cuerpo? Pues... porque sí. Porque me gusta tanto leer cosas bonitas como cosas feas. Y porque en las novelas que relatan las bajadas a los infiernos del ser humano siempre encuentro unos análisis de la vida que difícilmente están en las historias en que todo es precioso. Siempre he pensado que las personas aprendemos más de nuestros momentos más bajos... y lo mismo me ocurre con los libros. Me gusta disfrutar de una buena historia sencilla como a la que más, pero tengo la sensación de que los libros que me han marcado siempre tienen más sombras que luces.

Tan poca vida

En Tan poca vida conocemos a cuatro amigos (Jude, Willem, J.B. y Malcom), junto a los que viviremos su adolescencia y juventud en una Nueva York de clase alta y ambiente bohemio bastante diferente a la ciudad que es hoy. Son Jude y Willem, sobre todo el primero, quienes van adquiriendo más protagonismo a medida que avanza la trama, que se cuenta con variedad de narradores y saltos temporales que hacen que no haya un solo momento para el aburrimiento a pesar de la gigantesca extensión. Y junto a ellos veremos muchas miserias, las más aterradoras del ser humano, pero también sentimientos muy puros de amor y amistad. Incluí este libro en la entrada de 50 novelas que me llevaría a una isla desierta, pero... ¿os cuento un secreto? Si solo pudiera llevarme uno a esa isla, Tan poca vida tendría muchas papeletas para ser el elegido.

La gente en los árboles


Como os decía, La gente en los árboles es la ópera prima de Hanya Yanagihara y ha sido la última novela suya que he leído, hace pocas semanas. Y me ha encantado tanto la forma en que está presentada la historia como la valentía de la autora para lanzarse al mercado editorial con un tema tan polémico y difícil de digerir. Esta es una novela, sí. Ficción, sí. Pero está contada en forma de unas memorias, por lo que hubo momentos en los que estuve tan inmersa en la lectura que llegaba a creer que lo contado había sucedido de veras y que el narrador era una persona real. Esta forma quizá sea la única en que se pueda justificar el tema y creo que fue un acierto indudable de la autora elegirla.

La gente en los árboles

¿Y de quién son esas memorias? Pues de uno de los científicos más reputados a nivel mundial, Premio Nobel de Medicina, que descubrió en su juventud, tras varios viajes a una isla del Pacífico, una sustancia que permitía prolongar la vida humana. El quid de la cuestión es que el científico no escribe esas memorias desde su tranquilo retiro en Harvard, sino... desde la cárcel en la que cumple condena por abusar sexualmente de su hijo, uno de los muchos niños que adoptó en sus múltiples viajes a la isla. No, no es una apología de los abusos sexuales a menores, por si a alguien se le pasa por la cabeza planteárselo. Es una ficción escrita desde el punto de vista de alguien que está profundamente equivocado (no solo en lo más grave, sino en muchas opiniones y acciones que vierte a lo largo de sus memorias), de un monstruo que no sabe que lo es, al más puro estilo del Humbert Humbert de Lolita. No llegó a encantarme tanto como la primera novela de la autora (el listón estaba inalcanzable), quizá porque el comienzo del libro se me hizo algo aburrido, pero sigue estando, sin duda, entre mis mejores lecturas del año.

Y ya. Os dejo para que, si algo de lo que he contado os ha parecido atractivo, os lancéis corriendo a leer cualquiera de los dos libros. No sé si os gustarán, os horrorizarán o me odiaréis por haberlos recomendado, pero sí tengo muy claro que no os dejarán indiferentes. No creo que puedan tener ese efecto en nadie.

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