Qué mes ha sido septiembre... Me lo he pasado entero encerrada escribiendo (con alguna escapadita a comer a la playa, no os voy a engañar), con jornadas de doce o quince horas delante del portátil. Mi vía de escape, como casi siempre, como de casi todo, ha sido la lectura, así que se me ha ido la cuenta de libros leídos este mes a... ejem... 19 libros. Me han gustado especialmente El velo pintado, de Somerset Maugham, y La isla del padre, de Fernando Marías. Sobre todo esta última, no puedo dejar de recomendarla porque es una auténtica maravilla. Por eso me ha costado tantísimo decidir cuál era mi mejor lectura de septiembre. Pero ha ganado la partida Criadas y señoras, de Kathryn Stockett.

Supongo que muchos de vosotros habréis visto la película basada en esta novela, con Emma Stone, Octavia Spencer y Viola Davis. Yo llevo años evitándola porque tenía claro que quería leer antes el libro, pero no he encontrado el momento hasta este verano. Y de lo único que puedo arrepentirme es de no haberlo hecho antes.

Criadas y señoras es una novela ambientada en Mississippi en los primeros años sesenta. Mientras el mundo se transformaba, la sociedad de los estados segregados del Sur de Estados Unidos también lo hacía..., pero con muchas dificultades. En el libro vemos cómo las empleadas de hogar negras se relacionan con sus empleadoras blancas. Y también el racismo arraigado en la sociedad hasta el punto de llegar a incongruencias difíciles de entender hoy en día.

En mi opinión, la clave de la novela está en sus magníficos tres personajes principales, que son también las tres narradoras de la historia, en capítulos alternos: Aibeleen y Minny, dos empleadas domésticas negras, y Skeeter, una chica blanca que no acaba de sentirse cómoda con las normas que imperan en la sociedad en la que ha crecido. Juntas, deciden escribir un libro y alrededor de esa aventura (que podía costarles la vida y la libertad en la época) gira toda la trama.

El lenguaje es delicioso; la trama, ágil; y los personajes, como ya he dicho, inolvidables. Es un libro largo, pero no aburre en ningún momento. Yo he querido disfrutarlo poco a poco, me he pasado dos semanas con él (siempre combino lecturas) y me ha encantado compartir tantos días con Aibellen, Minny y Skeeter. Seguro que, si hacéis lo mismo, no os arrepentís.

¡Ya me contaréis si lo habéis leído o si os he metido el gusanillo para hacerlo!

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