Lo que dice de nosotras, como mujeres, lo que opinamos de las protagonistas femeninas

Escrito por Abril Camino - 20 abril


Os voy a hacer una confesión: esta entrada lleva mucho tiempo flotando en mi cabeza. Muchísimo. Desde antes de publicar la Saga Destino. Y, de hecho, esos dos libros son el motivo por el que no la publiqué antes. Porque tenía miedo de que Lucía, su protagonista, cayera mal (muy muy mal) a las lectoras, y que pareciera que el motivo por el que me lanzaba a escribir fuera una mala capacidad para asumir las críticas. Sorprendentemente (para mí), mi Lucía no ha sido muy criticada, así que ahora sí que me he decidido a hablar de esto.

Hace unos meses, escribí una entrada en la que me preguntaba por qué somos tan exigentes con las protagonistas de novela romántica. No tengo mucho que añadir a lo que dije en aquella ocasión, que, por si os da pereza pinchar en el enlace, viene a ser lo siguiente: un enorme porcentaje de las lectoras de novela romántica es implacable con las protagonistas de las novelas, a las que se tacha de insoportables y de muchas otras cosas con una frecuencia exagerada, mientras que a los personajes masculinos (que, curiosamente, suelen ser los que más la lían en la trama) se les perdona todo.




Lo que me preocupa hoy, y que me viene preocupando desde hace mucho tiempo, es el lenguaje que utilizan esas lectoras. Preocupando, alarmando, asustando... un poco de todo eso. Podemos decir que el lenguaje no importa, solo los actos, pero... ¡venga ya! Estamos hablando de libros, de literatura, de lenguaje literario, de voces narradoras, de todo lo que gira en torno a la lengua escrita. ¡Por supuesto que nos importa!


¿Os cuento cosas que he leído por ahí sobre protagonistas femeninas de novela romántica? Tenemos por un lado los «es una niñata», «no hay quien la aguante», «no sé cómo él la puede soportar», «si yo fuera él, la mandaba a la mierda»... Estos me preocupan un poco en cuanto a lo exigentes que somos con otras mujeres. En un género que, no nos engañemos, está un poco estereotipado, y en el que normalmente los chicos la lían más parda que las chicas en las relaciones, ¿no es un poco preocupante que juzguemos de esa manera a otras mujeres, aunque sean ficticias?


Esto solo me preocupa. ¿Qué me alarma? La exigencia de perdón, sin duda. El «perdónalo de una vez», «qué pesadita se pone ella antes de perdonarlo», «si yo fuera él, pasaba de intentarlo»... Tengo un par de ejemplos de novelas en mente. Novelas en los que ellos hacen algo que, a mí, en la vida diaria me parecería imperdonable, pero que me parece perdonable en el contexto de la ficción, ok. Lo que no me parece ni medio normal es considerar insoportable a una protagonista por no perdonarlos en cuanto ellos les mandan flores o les suplican un par de veces. ¿Nos damos cuenta del trasfondo de la cuestión? De que estamos exigiendo a las mujeres que perdonen de inmediato casi cualquier cosa que les ocurra en el contexto de una relación de pareja. No sé a vosotras, pero a mí me da miedito.

Y ahora voy a lo que me asusta. Mucho. Muchísimo. El lenguaje violento, agresivo. Sí, repito, son palabras. Pero, si creemos que las palabras no importan, no sé qué mierda hacemos leyendo libros. Los «me dieron ganas de estrangular a la protagonista», «se merecía dos bofetadas», «la habría matado» o ya, a lo bestia, los que implican al protagonista masculino en el asunto: «si yo fuera él, le habría partido la cara». Sí, esto ocurre. Me lo he encontrado un millón de veces en GoodReads. Y sí, son solo palabras. Y sí, son sobre personajes ficticios. Ya lo sé.


Pero es que vivimos en un país en el que unas cien mujeres son asesinadas cada año por sus parejas. En el que miles, o decenas de miles, son maltratadas físicamente. Y prefiero ni pensar cuánto sube esa cifra si incluimos el maltrato psicológico. Por eso me da una mezcla terrible de miedo, asco y pena escuchar/leer a otras mujeres hablar de estrangulamientos y bofetadas. Y no soy imbécil: sé lo que es una exageración. Yo también le he dicho doscientas veces a una amiga un «te mato si haces eso», y todos sabemos que no la voy a matar. Pero creo que hay un trecho grandecito entre eso y escribir una crítica sobre un personaje femenino diciendo que su pareja tendría que haberle dado una bofetada. Vamos, es que si nos planteamos siquiera la imagen mental de una bofetada en una discusión de pareja, quizá lo mejor sería que dejáramos de leer y empleáramos ese tiempo en hacérnoslo mirar.

No voy a entrar hoy en si un personaje literario nos tiene que caer bien o mal para que nos guste una novela. Es algo sobre lo que tengo previsto escribir una entrada próximamente, así que no voy a aburriros dos veces con lo mismo. Y ya os digo que esta entrada no viene motivada porque a mí me hayan caído grandes críticas. La verdad es que mis personajes femeninos han sido siempre bastante bien tratados por el público en general. Vamos, que esto no es fruto de una calentura. Es, simplemente, que yo entro en GoodReads todos los días, y sería todo un avance no acabar preocupada, alarmada o asustada cuando leo algunas reseñas por allí.

Si alguna vez habéis sentido la tentación de estrangular o abofetear a una protagonista, yo (humildemente) os llamo a la reflexión. Hay millones de frases que se pueden usar para una protagonista a la que nos cuesta aguantar: «no me cae bien», «no he conseguido empatizar con ella», «yo no actuaría así», «no he entendido sus decisiones». Perfecto. Pero, por favor, intentemos guardar en el cajón del olvido los estrangulamientos, las bofetadas y los «la mataría». Bastante violencia sufrimos las mujeres en la vida real. No fomentemos también ese lenguaje agresivo en la ficción o, en serio, en algún momento habrá que parar este mundo para que nos bajemos.

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