25 taras mentales que tengo como lectora

Escrito por Abril Camino - 09 mayo

25 taras mentales que tengo como lectora

Hoy toca jueves de confesiones. Cada vez que hago una ronda de estas de preguntitas en Instagram, mucha gente me pregunta por costumbres como lectora, cuántos libros leo al año, de qué géneros, si leo más en papel o en digital... Así que hoy he decidido recopilar todas mis taritas lectoras y confesarlas por aquí. Para que quede claro algo que seguramente ya sabréis: que no estoy bien de lo mío y que la culpa de todo la tienen los libros.



1. Leo todos los días. Todos y cada uno de los días del año sin excepción. ¿La verdad? A veces es una condena, porque ya no soy capaz de conciliar el sueño sin leer, aunque solo sea un rato (casi nunca es solo un rato). Aunque me duela la cabeza, llegue a las seis de la mañana con cuatro(cientas) copas encima o esté de viaje.


2. En realidad, el punto 1 es un poco mentira. No leo todos los días, sino todas las noches. La verdad es que es muy raro que lea durante el día. Leer se ha convertido para mí en un momento muy íntimo que me gusta disfrutar en el silencio absoluto de la madrugada, a esas horas en las que ya no puede sonar el móvil ni hay posibles interrupciones. Las únicas excepciones en que cojo un libro durante el día son: ratos de espera muertos en salas de espera, medios de transporte... o cuando estoy MUY enganchada a un libro.

3. Hasta 2010, cuando me regalaron mi primer iPad, leía todo en papel. A partir de ahí, empecé a combinar papel y digital. En mi última mudanza, en 2014, me di cuenta de que no podía seguir comprando libros físicos, porque tenía unos 1.300 y muy poco espacio disponible. He estado años sin leer en papel y solo he añadido a las estanterías los libros muy muy especiales y los que me han regalado. Peeeero, hace unos meses, me di cuenta de que no me podía pasar el resto de mi vida sin leer en papel, así que... ahora mis estanterías son algo más feas (por la acumulación), pero yo he vuelto a comprar libros. No nos engañemos: que abrieran en ReRead en Coruña ha influido mucho. Eso sí, soy bastante selectiva y solo compro lo que estoy muy segura de que me va a gustar.


4. ¿Qué prefiero? Me gustaría decir que el encanto del libro en papel, el olor a libro viejo, etc..., pero sería mentira. Leo demasiado y el ebook me resulta muchísimo más cómodo. No pesa, puedo poner la letra que me resulte más cómoda cuando tengo la vista ya agotada y es más funcional para tomar notas, subrayar, buscar algo que leí antes, etc.

5. El número de libros que leo al año varía mucho según diferentes circunstancias, pero suele andar entre 100 y 200. En estos últimos años, cuando aún tenía que madrugar por obligación, rondaban los 120 aproximadamente. Ahora que puedo permitirme leer sin miedo al despertador... me temo que me acercaré (o pasaré) de los 200.


6. Siempre he sido un poco obsesiva por géneros. En una época me dio por la ficción histórica y creo que me lo leí todo (y luego no he vuelto a tocar una novela de ese género). Luego por la novela negra... y lo mismo. Luego por la romántica... y lo mismo. Ahora estoy bastante más equilibrada: leo bastante ficción sin género concreto, mucha sentimental, bastante negra, algo de juvenil y poca poesía. Con respecto a la romántica, salvo algunas autoras muy concretas, prácticamente leo solo lo que escriben mis amigas (que son muchas y escriben mucho) y lo que tengo que hacer por correcciones contratadas; no por nada, sino porque, si no, solo leería este género.

7. El día que me licencié en Filología Inglesa, juré por lo más sagrado que no volvería a leer un libro en inglés jamás. Por suerte, fue una enajenación transitoria (que duró más de cinco años, en realidad). Desde entonces, intento leer al menos un libro en inglés al mes, para no perder el contacto con un idioma que me encanta. Normalmente elijo novelas que me apetecen mucho y no se han traducido.


8. Tengo un problema de bloqueo absoluto ante las lecturas obligatorias. Supongo que son las consecuencias de ocho años de filologías... Tuve que leer tantísimo contrarreloj (tuve cuatrimestres con más de 80 lecturas... y de las densas) que ahora no puedo soportar hacerlo. De hecho, a veces me obligo a mí misma a leer algunos clásicos de esos que todo el mundo debería haber leído y me pasa lo mismo. Salvo que me flipen mucho desde el principio, sufro y los acabo dejando. Y por otra parte, novelas que leí hace años obligada y odié, las he releído y me han encantado. Esas son las jugarretas que me hace mi cerebro cuando se siente obligado a algo.

9. Una de las primeras cosas que me dijo una compañera con más experiencia que yo cuando empecé a escribir fue «te vas a joder la vida como lectora». Y Dios... cuánta razón tenía. Por suerte, sigo disfrutando de la lectura, pero es cierto que ahora me fijo en cosas que antes ni se me pasaban por la cabeza y que soy más nazi que nunca con la corrección. También que veo el truco en muchas novelas y me imagino lo que va a ocurrir (y eso que antes era la típica panoli que JAMÁS imaginaba los giros de acontecimientos). Y sobre todo... confesión seria... mientras leo, dedico mucho tiempo a pensar: a. «Soy una escritora horrible, jamás podría escribir algo tan genial como esto» o b. «Pffff, esto podría haberlo hecho yo mejor con una mano atada a la espalda». Queredme, por favor, me hace mucha falta.


10. Me cuesta mucho recomendar y que me recomienden libros porque soy bastante abierta de mente y me gustan cosas variadísimas. Suelo dar más importancia a la forma que al contenido (a cómo esté algo contado que a lo que se cuenta), pero a veces me pasa todo lo contrario. Y todas esas novelas que la gente considera «raras» o que se salen de lo común... tienen muchas papeletas para encantarme. Las dos únicas personas que suelen acertar cuando me recomiendan cosas son Alice Kellen (gracias eternas por insistirme para que leyera Los últimos días de Rabbit Hayes, una de mis novelas favoritas) y Neïra, con la que coincido tanto en las opiniones que damos miedo.

11. Una de mis pesadillas es que me pregunten cuál es mi libro favorito. Durante años contesté que era La fiesta del chivo, de Vargas Llosa, que leí en la facultad y me flipó (de hecho, es la única lectura obligatoria de mi vida que disfruté). Pero como parezco tontita, contestando lo mismo durante quince años, voy variando la respuesta. Y generalmente solo me acuerdo de los que he leído en los últimos meses porque...


12. Tengo una memoria de mierda para los libros. Lo cual es increíble, porque tengo una memoria flipante para casi todo. Pero olvido muy pronto lo que he leído, al menos lo externo. Puedo recordar lo que una novela me ha hecho sentir y por qué, pero, por compasión, no me preguntes por el nombre del protagonista porque puedo colapsar. Como imaginaréis, sufrí mucho en los exámenes sobre lecturas obligatorias en el colegio y la facultad, a pesar de haber leído los libros con MUCHO esfuerzo.

13. Soy como un búho, así que lo de leer por la noche lo llevo muy bien..., pero también soy como una marmota cuando me duermo. El resultado de esos dos factores es que me he despertado MUCHAS mañanas de mi vida con el Kindle encima de la cara, las gafas puestas y la luz encendida.


14. Cuando un libro me gusta mucho, mucho, mucho, mucho... solo hay dos opciones: o me lo leo del tirón o me lo suministro en pequeñas dosis a lo largo de varias semanas. De hecho, salvo que haya tenido una época de mucho trabajo y poco tiempo para leer, el mejor método para saber si un libro me ha gustado poco es que haya tardado una semana en leerlo (que es lo que la gente NORMAL suele tardar).

15. Durante muchos años fui la típica obsesiva que no abandonaba jamás una lectura aunque no me estuviera gustando. Luego me di cuenta de que eso es una soberana chorrada, porque necesitaría tres vidas para leer todo lo que quiero leer y es tontería perder el tiempo con algo que me está amargando. A esto también ayuda haber leído mucho a través de Kindle Unlimited o Nubico, porque, no nos engañemos, da menos culpabilidad abandonar un libro cuando no te has gastado el dinero a lo tonto.


16. Precisamente por esa facilidad para abandonar un libro, mis calificaciones de novelas suelen ser muy buenas. Porque si me acabo un libro es porque me está gustando. Solo suelo poner malas notas a libros que la lían al final o que me acabo con la esperanza de que la cosa mejore... y no.

17. Como ya habréis comprobado, he ido cambiado en muchas cosas como lectora. Pues ahí va una más: antes era incapaz de leer más de un libro a la vez. Pero desde hace algún tiempo... todo lo contrario. Es muy raro que esté leyendo solo un libro. Casi siempre hay uno en digital y otro en papel, aunque puede haber más... He tenido épocas de leer siete u ocho libros a la vez, pero entonces llega un día en que me agobio mortalmente y decido ir acabándolos hasta volver a quedarme solo con dos o tres.


18. Tengo pequeñas manías tontas. Tengo muchas. Una de ellas es que me encanta empezar y acabar el año con novelones. De viaje, en cambio, me llevo siempre novelas ligeras para leer sin pensar, aunque tampoco que enganchen demasiado, porque no es el momento de pasarme horas leyendo por la noche (últimamente, en mis viajes la reina absoluta es Kristan Higgins).

19. Durante una época coleccioné marcapáginas y llegué a tener más de 3.000. Un día me dio la locura y tiré casi todos. Solo me quedé los bonitos, los que había comprado en viajes o que fueron regalos y los de publicidad de novelas que leí y me encantaron.

20. He tenido resacas literarias muy fuertecitas. La peor que recuerdo fue la de Yo antes de ti. Me puse tan mal que, después de haberme leído la novela en una noche del tirón... cuando me levanté con toda la resaca, volví a cogerla... y me la volví a leer del tirón. Sí, leí esa novela dos veces en un plazo de unas quince horas.


21. Aunque el punto anterior parezca indicar lo contrario, no soy muy de releer (solo con honrosas excepciones). Quizá en algún momento decida hacer una lista de mis novelas favoritas de toda mi vida y releérmelas todas del tirón, pero, por el momento, me lo impide el agobio ese de «tengo demasiadas lecturas pendientes».

22. Después de haber perdido algunos de mis libros favoritos, en ediciones preciosas, además..., ya no presto libros. Se siente.

23. No suelen gustarme las películas basadas en mis libros favoritos. De hecho, la mayoría ni las veo, para evitarme la decepción que sé que llegará. Creo que solo me han gustado tanto como el libro Desde mi cielo (incluso puede que más) y Bajo la misma estrella. Odié bastante Antes de ti y no pude con El gran Gatsby de DiCaprio (la antigua sí me gusta bastante).


24. GoodReads me está poniendo peor de la cabeza de lo que ya estaba. Hace dos o tres años, tuve que bajar el número de libros de mi reading challenge porque me obsesionaba malamente con llegar (¿competitiva quién?). Ahora que no tengo ese problema (llevo como 25 libros de ventaja a mi reto), la obsesión es bajar el número de libros en la carpeta de pendientes (hace dos meses tenía 62 y ahora tengo 40, así que me aplaudo mentalmente cada poco rato). Sí, sé que el día que la tenga a cero entraré en una crisis de «Dios mío, ¿y ahora qué leo?». Y volveré a llenarla de cosas.

25. Por último... un placer maravilloso relacionado con la lectura. Creo que ya todo el mundo sabe a estas alturas que mis dos mayores aficiones en la vida son viajar y los libros, así que... tengo debilidad por visitar bibliotecas y librerías míticas por todo el mundo. Mi favorita es (y siempre será) Shakespeare & Co., en París, pero también me encantan la de Lello (en Oporto), la Carturesti Carusel (en Bucarest), la Biblioteca Pública de Nueva York, la Palatina de Viena o la del Trinity College de Dublín. Y muero, de verdad que muero, por ir a la Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires.

La maravillosa Carturesti Carusel de Bucarest (casi me muero ahí dentro, os lo juro)

¿Y vosotros qué? ¿Me contáis vuestras taritas lectoras? Un poco de solidaridad, para que no sienta que estoy tan mal de lo mío.

  • Compartir:

Puede que te interese...

2 comments