«Imposible canción de amor», entre bambalinas: 30 secretos confesables sobre la novela (SIN SPOILERS)

Escrito por Abril Camino - 21 marzo

«Imposible canción de amor», entre bambalinas: 30 secretos confesables sobre la novela (SIN SPOILERS)

Lo confieso: me encanta escribir estas entradas sobre los secretos entre bambalinas de mis novelas. Hay muchas cosas que ocurren durante el proceso de creación de un libro que solo sabe su autor (en mi caso, también las pobres mártires de mis amigas escritoras que me aguantan a diario) y es maravilloso poder compartirlo con los lectores.

Sobre Imposible canción de amor tengo mucho que contaros. ¡Un montón! Siempre he dicho que es la novela más especial de mi vida, en la que más me impliqué emocionalmente, así que hay mucho que contar. Voy a hacerlo sin spoilers, solo con indirectas que (supongo) pillaréis quienes lo habéis leído, pero sin que le estropee la lectura a quien aún no lo haya hecho. De todos modos, leed con prudencia y bajo vuestra propia responsabilidad:

1) Esta es la novela, con mucha diferencia, con la que he tenido un periodo de convivencia más largo. Escribir el borrador de una novela es solo una parte del trabajo (una en la que yo suelo ser bastante rápida), pero el proceso de creación comienza en el momento en que una historia se planta en la cabeza y empieza la «convivencia» con los personajes.

Así estaba yo mientras me enamoraba de Ada, Hugo y su historia

En mi caso, conocí a Ada y Hugo a principios de 2017, pero no escribí más que algunas notas en un documento de Word hasta octubre. Fueron meses de darle vueltas a la trama, porque no quería ponerme a escribir hasta que tuviera muy claro qué iba a ocurrir, cuándo y cómo. No lo tuve todo claro hasta después de ese verano y luego sí que ya escribí la historia del tirón entre octubre de 2017 y enero de 2018.

2) Ya he contado alguna vez que no siempre escribo de forma lineal, que tengo escenas en la cabeza del medio de la trama o incluso del final y necesito escribirlas antes incluso de empezar por el principio. Esas escenas suelen ser las más especiales de la novela, precisamente porque aparecieron así, de forma espontánea. En el caso de Imposible canción de amor, escribí antes que nada el capítulo 6 («La flaca»), el 15 («Más bonita que ninguna») y el 33 («Hello darkness, my old friend»). Curiosamente, los tres capítulos son desde el punto de vista de Hugo, a pesar de que la inmensa mayoría de la novela es con Ada como narradora.

Este fragmento lo escribí en julio de 2017, más de tres meses antes de ponerme de verdad con la novela.

3) La novela se divide en cuatro partes, como ya sabréis quienes la habéis leído. Si tuviera que elegir una como favorita, sería la cuarta, por todo lo que supone para Hugo y también por la ambientación (de la que ahora os hablo, porque... telita). Pero creo que más incluso que esa parte me gustan el prólogo y el epílogo. Curiosamente, los dos me salieron del tirón y apenas hice cambios en ellos en las fases de corrección.

Un fragmento del prólogo de Imposible canción de amor


4) Y precisamente el epílogo... fue un buen dolor de cabeza. Mi idea original era que el narrador fuera Hugo y que se lo dirigiera al Hugo de quince años atrás, aquel que acababa de conocer a una chica en la universidad y no tenía ni idea de cuántos avatares le esperaban en la vida. Pero entonces corregí una novela de otra autora cuyo epílogo era exactamente eso (y precioso, por cierto). Y me di cuenta de que tenía que cambiar de idea.

El comienzo del epílogo de Imposible canción de amor

Cloe se me apareció en la cabeza como narradora de ese epílogo una madrugada
y lo vi todo clarísimo. Aunque es bastante largo, lo escribí del tirón, le mandé un mensaje a Susanna Herrero (que suele ser la única pirada despierta a esas horas) y se lo adjunté, sin releerlo ni corregirlo ni nada. A mí ya me encantaba, pero cuando vi cuánto le gustaba a ella también, supe que ya no lo cambiaría nunca.

5) Como sabréis muchos de los que me seguís en mis redes, esta novela se tituló de otra manera durante el proceso de creación. Hay novelas de las que el título me llega antes casi de ponerme a escribir, y este fue el caso. Para mí, siempre se llamó La duda de Ada. Después, el título no me pareció que reflejara exactamente lo que es el contenido, pero... seguía gustándome mucho. Y mucho tiempo después, mi editora me comentó que le parecía imperdonable, teniendo tanta importancia la música en algunos fragmentos de la trama, que el título no lo reflejara. Y así nació la Imposible canción de amor de Ada y Hugo (y La duda de Ada quedó como título solo de la primera parte, que ahí sí refleja mejor lo que ocurre).

Y así empieza su historia...

6) Soy una persona muy complicada para las portadas. Incluso las que tengo en mente yo misma, sin ayuda externa, me cuestan... mucho. Es uno de mis terrores siempre cuando publico con editorial y no tengo la última palabra. Pero aquí no. Fue recibirla y decir... ¡es perfecta! Y por primera vez en la vida, también, les encantó a todas mis lectoras cero. Creo que es, sin duda, la portada más bonita de todo lo que he publicado hasta ahora.



7) Por una vez en la vida, me tome en serio los musos. Normalmente, los personajes de mis novelas están en mi cabeza y quizá a mitad del proceso acabo identificándolos con alguna cara conocida o eso nunca llega a ocurrir y son una mezcla de varios. Muy pocas veces he visto claro que un personaje tuviera una cara concreta desde el principio... y nunca me había ocurrido con la pareja protagonista.



Hasta aquí. Hugo fue siempre para mí el actor David Giuntoli, Ada es Gal Gadot y Cloe, la modelo Tara Lynn. A base de mucho Pinterest (tenéis aquí el tablero de la novela), llegué hasta a usar looks concretos de ropa, como ese mono de Cushnie et Ocs que Ada lleva a su cita en la terraza del Palacio de Cibeles y que Gal Gadot llevó a una entrevista en televisión.

El famoso mono de Cushnie et Ocs que me tiene in love

8) La trama de Imposible canción de amor nació de una conversación de madrugada con la también escritora Altea Morgan, que además es una buena amiga con la que arreglamos el mundo vía audios podcasts de WhatsApp de madrugada. Ella escribía por aquel entonces histórica y nos enzarzamos en un debate sobre si es más fácil encontrar buenos conflictos en histórica o en contemporánea. A mí siempre me ha parecido dificilísimo escribir histórica, así que mantenía que la contemporánea presenta menos dificultades. Y entonces Altea me planteó la pregunta que fue el germen de esta novela: ¿qué puede impedir estar juntos a una pareja que se quiere de verdad, que tienen claro que quieren estar juntos, hoy en día, en pleno siglo XXI y en el primer mundo? Esa causa... la encontraréis en la novela (que he prometido que esto iba sin spoilers).


9) No me gusta nada eso de que me identifiquen con mis personajes, porque ninguno es (ni será nunca) un trasunto literario mío, pero es indudable que todos dejamos algo de nosotros en los personajes que creamos. Lo curioso del caso es que la gente suele identificarme con personajes que tienen cero que ver conmigo. Pero con Ada me ocurrió una cosa. Muchas de mis lectoras cero vieron mucho de mí en ella, por lo de ser muy independiente, viajar por el mundo y haber estudiado una carrera parecida. Menos una persona. Cuando Neïra acabó de leer la novela, me dijo «al principio creí que Ada era totalmente tú, pero luego me di cuenta de que eres una mezcla a partes iguales entre Ada, Cloe y Hugo». Ni siquiera me lo había planteado, pero... qué verdad tan grande. Y qué bonito que alguien me conozca tanto como para darse cuenta antes que yo misma. Creo que nunca se lo dije, pero me hizo muchísima ilusión ese comentario.

10) Confesión: todas las casas que aparecen en mis novelas (todas las que tienen una cierta importancia como escenarios) son casas reales que conozco. De amigos, familiares o incluso apartamentos en los que me he alojado de viaje. Las elijo de forma aleatoria, no porque estén en la misma ciudad ni tengan nada que ver con la trama. Es una simple cuestión práctica: es infinitamente más fácil ambientar algo en un espacio conocido que tener que usar la imaginación también para eso.

Si la habéis leído... ¿recordáis que Ada le dice a Cloe que fue una idea brillante convertir la antigua despensa de la casa en una librería? Pues... ahí tenéis la auténtica

Pero nunca había usado mi propia casa... hasta ahora. El apartamento de la calle Barquillo en el que viven Ada y Cloe al principio de la novela es mi piso. En este caso, me pareció el lugar perfecto para dos chicas de treinta y pico que empiezan de cero... quizá porque yo fui un día en él una chica de treinta y pico empezando de cero. La única diferencia (obvio) es que mi casa está en Coruña y la de ellas en Madrid, en pleno barrio de Chueca.

11) Y la elección de la calle Barquillo tampoco fue casual. En ella vivía, en el momento en el que yo estaba escribiendo la novela, mi amiga Pepa. Incluso me apropié de algunos otros lugares a los que me ha llevado cuando la visito en Madrid, como el restaurante en el que tienen su primera cita Ada y Hugo, que es donde tuvimos nosotras también nuestra primera cita cuando nos conocimos en persona después de mucho tiempo trabajando en Trendencias y siendo amigas online. Si tenéis curiosidad, es el Oribu, también en la calle Barquillo.

El restaurante real de aquella primera cita con banda sonora de Love of Lesbian

12) Del resto de escenarios de Madrid, hay algunos reales y otros inventados. Y algunos mezclados; es decir, locales que están en la realidad en un lugar y yo teletransporto a otros, o que son de una manera y les hago cambios a mi antojo, que para algo es mi novela 😋.

13) Hablemos de música. Las canciones han sido importantes en varias de mis novelas (aquí os hablaba de esto), pero tal vez más en esta que en ninguna. Cada capítulo tiene una canción que lo marca, bien porque suene de fondo en un momento importante, bien porque la letra hable por los protagonistas de lo que están sintiendo. Hace unos días, os conté en el blog de Sara Lectora cuáles eran las cinco más especiales. Según van pasando los meses, cada vez tengo más claro que la canción con la que siempre los recordaré, más que ninguna otra, será esta:



14) Lo que nos gustan los cameos de personajes de novelas anteriores, ¿verdad? En Imposible canción de amor hay uno... muy sutil. No aparece directamente ningún personaje anterior, pero sí hay una conversación entre Ada y Cloe, justo cuando esta está destrozada por su divorcio, que... ¿no os ha recordado a alguien?

¿Os suena?

15) Bueno... en realidad, hay otro, también muy sutil. La abogada que asesora a Cloe en su separación se la ha recomendado su amiga Alba, que también es abogada, y... ¿recordáis cómo se llamaba la abogada de Candela en En una casa blanca a la orilla del mar?

¿Recordáis?

Esto no es mucha casualidad, en realidad. Resulta que una de mis mejores amigas del mundo (y gran apoyo en esto de dedicarme a escribir) se llama Alba y es abogada. Así que siempre me viene ella a la cabeza cuando tengo que escribir sobre una abogada.

16) Lo de los nombres de los personajes es un caos ya. Incluso me he hecho un listado de los que ya he usado para ir filtrando, porque me veo en el futuro repitiendo incluso nombres de protagonistas. Con los secundarios... ni os cuento. Pero ya os he contado que me gusta usar el nombre de mis amigas, así que, además de Alba, también Elena y Lorena están ahí, como personajes, y en mi vida, como esas amigas imprescindibles. Qué menos que ponerle su nombre a algún personaje de vez en cuando.

17) La novela se ambienta en lugares conocidos por todos como Madrid, París y (un ratito) también en Lisboa. Pero hay dos pueblos de España que también pintan mucho en la historia y que... no existen. Ni Peñaliria, el pueblo de origen de Ada y Cloe, ni Trevijo, ese lugar especial de Hugo, existen en realidad. Quise desde el principio que fuera así, que fueran lugares inventados, para que cada lector pueda imaginarlos como prefiera, quizá encontrando similitudes con lugares que hayan conocido en entornos parecidos (Peñaliria en el interior del sur de España, Trevijo en la costa del occidente asturiano).

Así me imagino yo Peñaliria

18) Pero sí hay un trasfondo real en el astillero. Hay una casa de aspecto industrial en mi pueblo que me ha tenido enamorada siempre. Creo que no fue un astillero en el pasado, más bien una nave industrial, aunque sí está en la zona en la que estaban los astilleros hace décadas. Y hace ya tiempo que me dije a mí misma que algún día la utilizaría en una novela. Quizá el verano que viene, cuando vuelva a Foz, os mande una foto de esa casa.

Y más o menos así me imagino el interior del astillero

19) Me cuesta mucho pensar quién es mi personaje favorito de la novela. Me gustan mucho Ada y Hugo, y también Cloe, por supuesto. Pero hay dos secundarias que me encantan, a las que les tengo muchísimo cariño, a pesar de que aparecen poco en la novela. Una de ellas es Berta, por cómo trata a Hugo y porque me gustan mucho los personajes imperfectos. Y la otra es la madre de Hugo, Clara, con todo el rollo raro que se trae con su exmarido, su novio, etc., porque love is love y, si algo demuestra ella en sus intervenciones, es que sabe querer mucho y muy bien.

Clara, tal como la imagino en mi cabeza

20) Hay una frase de la novela que siempre me ha encantado. No porque sea especialmente bonita, sino por lo que significa en el momento en que se dice. Muchas veces las frases o escenas que más nos gustan de una novela son algo tan interno que es difícil que coincida con las opiniones posteriores de los lectores. Pero en este caso, dos de mis lectoras cero me dijeron que se les cayó el lagrimón al llegar a ella. Y hace unos días, en Twitter, una lectora me envió también ese fragmento. Es este:


21) ¿Recordáis que hace unas semanas os hablé de los tatuajes de mis novelas? En todas hay alguno, muchos de ellos relacionados con los que yo misma tengo, menos... en esta, que resulta ser justo la más especial de mi vida. Cosas del funcionamiento de la mente humana que se me escapan... sobre todo teniendo en cuenta que yo tengo un tatuaje que sería absolutamente perfecto para Ada, pero no me decidí a ponérselo y así se ha quedado, sin marcas en la piel.

¿A que sería perfecto para Ada? Pues... decidí quedármelo para mí (aunque os confieso que va camino de aparecer en otra novela)

22) En todas mis novelas hay algún guiño a anécdotas que me han pasado a mí en la vida. En Imposible canción de amor hay varios, algunos más serios, otros más superficiales. Uno de mis favoritos es una cosa que pasa durante el viaje de Ada y Hugo a Lisboa. Cuando están en el jardín del Castillo de San Jorge, se fijan en la obra de un dibujante callejero y hablan un poco sobre él. Y es que la primera vez que yo estuve en ese lugar, compré una pequeña pintura a un hombre que las hacía allí, en apenas unos minutos, y que lleva nada menos que dieciséis años colgada en las paredes de las diferentes casas que he tenido desde entonces (que no han sido pocas).

El dibujo original en el que se inspira la anécdota

23) Lisboa tenía que aparecer en la novela... y París también. Una de mis partes favoritas de la novela son esas conversaciones en las que Ada y Hugo recorren de la mano, aunque a distancia, rincones muy especiales de París: la pirámide del Louvre, la plaza del Hôtel de Ville, la isla de los Cisnes, los jardines del Museo Rodin, el Moulin de la Galette, la plaza des Vosges... y la torre Eiffel, claro.

Los increíbles jardines del Museo Rodin

24) Hay un personaje que pasa un poco desapercibido, pero que para mí es importante en la evolución de Ada en la cuarta parte de la novela. Se trata de Craig, que es escocés y, claro, el muso... era obvio.

Oh, Craig...

25) El proceso de convivencia con los personajes y la trama, antes de ponerme a escribir, fue bastante sencillo hasta llegar al final de la tercera parte. Tenía claro lo que iba a ocurrir, cómo, cuándo y por qué. Pero ahí me quedaba atascada y no tenía ni idea de cómo continuar. Hasta que, a finales de agosto de 2017, hice un viaje en moto por el occidente asturiano y... voilà. Surgió solo.

Yo aquel día, en la Playa del Silencio, sin imaginar cuánto importarían esos escenarios en la historia de Ada y Hugo.

A veces es todo así de mágico, tanto que un escenario es el que te da el pie para que todo lo demás fluya. Fue un viaje en el que iba de paquete y eso, aunque parezca una chorrada enorme, ayudó muchísimo. Fueron horas en las que no podía hablar con mi acompañante, no había música, distracciones... NADA. Tenía todo el tiempo del mundo para estar a solas con mi cerebro y así fueron encajando todas las piezas de esa parte de la historia que transcurre en Trevijo. Al volver a casa, empecé a escribir.

26) Durante los dos meses y medio, más o menos, que duró el proceso de escritura, las palabras fluyeron como pocas veces me ha pasado en mi vida. No me atasqué, ni tuve crisis del folio en blanco ni nada. La convivencia previa había sido tan larga que me lo había puesto fácil. Solo hubo algo que fue tremendo, aterrador y un auténtico dolor de cabeza: escribir los poemas de Hugo.

El único que me gusta (un mínimo) de los poemas de Hugo

Tengo nulo talento para la poesía. No es lo mío ni lo será nunca. Por suerte, Hugo es un poeta bastante limitado, pero... no creo que tanto como yo. Así que crear esos pequeños fragmentos fue horroroso y la única parte de la novela de la que me siento muy insegura.

27) El último capítulo de la primera parte, en el que Hugo le cuenta al fin la verdad sobre su vida a Ada, transcurre en el Retiro. Mira que me gusta ese parque y que he pasado buenos ratos en él, pero... se ve que mi cerebro creativo va a su bola. Porque esa escena es bastante dramática... y no es la primera. Tardé siglos en recordarlo, pero en el Retiro también transcurre una de las escenas más tristes de Decidiendo mi destino. ¿Qué tipo de trauma oculto tengo con ese parque?

El Retiro y yo... una relación complicada 😂😂

28) Ya he dicho antes que los nombres de los personajes es algo que me trae por la calle de la amargura a menudo. Pero hay algunos que están claros desde antes de empezar. Eso me pasó con Paula. Fue mi pequeño homenaje a una novela que me marcó en la adolescencia, Paula, de Isabel Allende.

29) Antes he dicho cuáles eran mis partes favoritas de la novela en sí, pero, si hablamos del libro en general..., hay una frase en los agradecimientos que es un resumen en muy pocas palabras de muchas cosas que solo entenderán las personas que vivieron a mi lado los momentos más bajos. Porque para que yo esté ahora aquí, hicieron falta muchas manos para levantarme del suelo cuando estaba en otro lugar mucho más feo.


30) Y por último... algo que me atormentó un poco cuando acabé la novela y que, al final, era una exageración mía. Pensaba que muchas personas me pedirían que escribiera la historia de Cloe. Sabía que era un personaje al que era fácil cogerle cariño y tuve miedo de que muchas personas no entendieran su elección de estilo de vida y quisieran un poco más de romance para ella. Pues qué tonta soy. Nadie me la ha pedido, a pesar de que siempre me la mencionáis cuando me decís lo que más os ha gustado de la novela. Quizá sea verdad que las cosas están cambiando y que (gracias a todos los dioses) hemos dejado de identificar el amor romántico como la única forma de encontrar la felicidad.

Mi Cloe 💚

Y... esto es todo (que no es poco). Este viaje con Ada y Hugo ha sido una de las mejores experiencias de escritura de mi vida y, aunque ahora va tocando empezar a decirles adiós, os aseguro que ellos me acompañarán siempre. Solo me queda daros UN MILLÓN DE GRACIAS por la acogida tan increíble que les estáis dando.

💓💓💓💓

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