Adiós, 2017. Bienvenido, 2018.

Escrito por Abril Camino - 28 diciembre


Estoy convencida de que los buenos años son aquellos de los que nos apetece hacer balance al acabar. Por eso lo hice en 2015 y por eso no lo hice en 2016. Cosas mías. Así que, si no os apetece leer cómo desvarío sobre lo que ha sido este 2017 para mí, es el momento de cerrar el blog e iros a hacer cosas más interesantes. No os lo tendré en cuenta 😉.

Hace ya tiempo que decidí que un buen o un mal año se define por cuánto he disfrutado de las cosas que, precisamente, me hacen disfrutar de la vida: leer, escribir, viajar, estar con mi gente, tatuarme sin control... Y de todo eso ha habido mucho y muy bueno en 2017. Os lo voy a contar mes a mes, porque está claro que si aún seguís aquí es que no tenéis nada mucho mejor que hacer en este Día de los Inocentes.

Enero lo empecé en el Caribe, que no está mal para empezar el año. Pasé los primeros días de este año en México y La Habana, una ciudad que me enamoró tanto que todavía no sé por qué no he vuelto aún. Y, al día siguiente de llegar a mi casa, publiqué una historia que ahora recuerdo muy lejana, pero que tiene el protagonista con el que más me he encariñado en toda mi vida: Mi hogar serás tú. Iban cinco días de año y ya había visitado dos países y publicado una novela. El año prometía.


Y, para celebrar precisamente eso que tanto me gusta, lo de coger un avión e irme por ahí a recorrer mundo, llegó el tatuaje conmemorativo. Desde luego, no se puede decir que enero fuera un mes sin emociones fuertes.


Y todo esto mientras, AL FIN, me dedicaba a escribir. Después de un montón de meses de sequía, crisis del folio en blanco y todo eso... unos chicos llamados Lennon y Daniel me recordaron que el verano anterior había escrito unas 12.000 palabras de su historia y que... se merecían que les hiciera casito. Pero aún faltaría mucho para que vieran la luz. Muchísimo.

Febrero... febrero tampoco fue precisamente un mes sin sobresaltos. Porque febrero fue el mes de ellos, de Diego y Lucía. Con su flechazo, sus dudas, sus locuras, sus lágrimas, sus reencuentros y sus decisiones. Viajando hacia mi destino llegó el día 2 y Decidiendo mi destino, el 23. Y todo mi mes estuvo dedicado a ellos, a lo especiales que son y a cuánto han significado para mí a pesar de que hubo un día en que llegué a odiarlos por los quebraderos de cabeza que me daban. Puede que hiciera algo más en febrero, pero, sinceramente... ni lo recuerdo.

 

Marzo empezó con un nuevo tatuaje, uno muy especial del que ya os hablé en una entrada en aquel momento. Aquel «libre, linda y loca» que tanto significó para Lucía... y también para mí. Y siguió el mes conmigo delante del ordenador, centrada obsesivamente en un proyecto al que, al fin, podía dedicarle el tiempo que se merecía, después de una temporada en que la saga Destino se había llevado demasiadas horas de desvelo. Tyler y Holly habían llegado para quedarse.



Abril me llevó a mi lugar favorito del mundo, ese pueblo de Portugal del que también os hablé por aquí y que tenía un capítulo muy especial en la historia de Diego y Lucía. Fueron días de playa, desconexión y... algo más. Viajando hacia mi destino y Decidiendo mi destino eran casi recién nacidos. Tyler y Holly estaban en pleno proceso de creación. Pero... mi cabeza, en aquel viaje a Portugal rodeada de buena música y mis personas favoritas del mundo, voló a otros dos personajes. Allí, en el mes de abril, empezaron a gestarse Ada y Hugo. Y espero que 2018 sea el año en que podáis conocerlos definitivamente (seguro que lo será). El mes, como no podía ser de otra manera, acabó con un tatuaje también. Ese «After all this time? Always» que significa tantas cosas diferentes que no me llegaría un post para explicarlas.



En mayo, para no perder ritmo, volví a irme de viaje. Le tocó el turno a Edimburgo y las Highlands (donde perdí un poco la cabeza buscando a Jamie Fraser, porque en mi cabeza ES REAL, ¿vale?). Y, al fin, vieron la luz Tyler y Holly. Como te veo yo llegó el día 25, justo antes de que yo me marchara a Madrid a despedir el mes y a conocer a algunas de mis personas favoritas del mundo.


Junio empezó por todo lo alto. Con firma en la Feria del Libro de Madrid y la maravillosa experiencia de conocer a lectoras a las que antes solo ponía cara a través de las redes sociales. Y a mis chicas cactus 🌵, por supuesto. Fue uno de los fines de semana más especiales de mi vida y solo me queda cruzar los dedos para que se repita pronto. Y entre fiestas, esas tardes eternas que nos regala junio a los que vivimos por estos lares en los que se hace de noche a las 23.00 y otro San Juan maravilloso... llegó el calor, hice el petate y me marché a Foz, porque no sé hacer otra cosa cada verano, para qué engañarnos.



En julio escribí, escribí y escribí. Quizá la historia de Summer y Logan, la que saldrá con Titania el próximo 30 de abril, le deba su existencia a un verano especialmente malo en Galicia. No había playa, así que... tocaba portátil. La historia ya la había empezado antes de irme a Madrid a la Feria del Libro, pero aquel parón... la paró. Literalmente. Tardé en poder retomarla, pero, en cuanto llegó la inspiración, ya no pude soltarla. El 30 de julio le puse punto final y nueve meses después verá la luz.



Agosto fue un parón. Mal tiempo, cabeza un poco dispersa, algunas excursiones por ahí... No estaba inspirada para escribir, Ada se me resistía (cuánto tiempo se me ha resistido la maldita) y decidí dedicar todo mi tiempo a pulir una historia que llevaba meses escrita, meses en un cajón, meses esperando... Agosto fue, en cierto modo, el mes de Lennon y Daniel. Y lo que estaba por venir.



Lo que estaba por venir fue un septiembre que fue todo de ellos, de Lennon y Daniel, que se me habían colado en el corazón un año antes, cuando había empezado su historia; y unos meses antes, cuando les había dedicado semanas de forma obsesiva. Es, hasta el momento, la historia más especial de mi vida, y me encantó que saliera a conocer mundo. Te quise como si fuera posible no ha dejado de darme alegrías desde entonces.


En octubre llegó uno de los grandes viajes de mi vida. Doce días recorriendo la costa oeste de Estados Unidos, de Las Vegas a San Francisco, pasando por el Gran Cañón y Los Ángeles. Fueron días de calor, cansancio, falta de sueño, un tatuaje, y... fue perfecto. Maravilloso. Una de esas experiencias que no se olvidan nunca y de la que, en el fondo, sabes que algún día saldrá una novela (o varias). Y, al volver a casa, al fin, ¡AL FIN!, le llegó su momento a Ada. Una historia que aún está en proceso, la que más quebraderos de cabeza y dudas me ha dado en mi vida, que tardó en pasar de la cabeza al papel medio año y que aún me genera crisis de vez en cuando.



Noviembre fue el mes de Ada y el mes de Nueva York. Escribí algo así como 80.000 palabras en un mes, y eso teniendo en cuenta que cinco días del mes los pasé en una de mis ciudades favoritas del mundo, asistiendo a uno de esos eventos en los que nunca sé cómo he llegado allí, pero que me dan la oportunidad de ver cosas que tampoco pensé nunca que estarían a mi alcance. Y noviembre acabó con el último tatuaje del año (uno que me dolió tanto que juro a ratos que será el último de mi vida).



Y así llegó diciembre. Con mis 37 recién cumplidos (no sé cómo ha podido pasar, yo el año pasado tenía 23). Con un viaje a Praga y Dresden en el que no tuve muy claro en ningún momento si morirme de frío o de emoción ante unos lugares tan preciosos. Con Ada todo el día en mi cabeza, añadiendo palabras a su historia hasta pasar de las 100.000 e ir camino de convertirse en la historia más larga que haya escrito nunca. Con unas Navidades llenas de eventos, amigos que son familia, familia que son amigos y una reforma de mi casa que casi acaba conmigo. Y, por supuesto, con la maravillosa noticia de que Rotos, la historia de Summer y Logan que escribí una primavera, se publicará en otra primavera, y será toda vuestra.



9 viajes, 8 países visitados, 5 tatuajes, 5 libros publicados, 5 libros escritos (que no son exactamente los mismos), 105 libros leídos, 17 libros corregidos. Gente que ha llegado para quedarse. Gente que ha vuelto a donde no pensé que regresarían. Gente que sobraba que se ha marchado. 2017, un buen año, un GRAN año. Que pase el siguiente. Y que se comporte.

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