Las vacaciones son un estado de ánimo (y este blog no cierra en agosto)

Escrito por Abril Camino - 21 julio


En estos días, toda la gente que conozco se está yendo de vacaciones, o preparándose para irse de vacaciones o protestando porque se les están terminando / han terminado. No es mi caso. No tengo vacaciones a la vista, salvo algunos días sueltos que me cogeré en otoño y en Navidad para irme por ahí a ver mundo. Y, sin embargo, llevo semanas diciéndole a todo el mundo que mañana me voy de vacaciones. Porque mañana, si no me pasa ninguna de esas millones de cosas que suelen ocurrirme, cogeré carretera y me iré a pasar un mes (o dos, según se tercie) a pie de playa, terraza y cervezas al sol.


¿Que por qué os cuento todo esto, además de por mi enfermiza capacidad para enrollarme como una persiana? Pues por lo que he escrito en el título del post. Porque le cuento al mundo que me voy de vacaciones, cuando en realidad traslado mi lugar de trabajo de una casa a otra. Porque las vacaciones, para mí, son un estado de ánimo.

Las vacaciones son un estado de ánimo

No os vayáis a creer que he sido yo siempre tan zen. Hubo un tiempo en que tenía marcada en rojo en todos los calendarios posibles la fecha en que empezaban mis vacaciones. Un tiempo en que los viernes contaba los segundos que quedaban para la hora de salida del trabajo (literalmente, tuve un trabajo en el que necesitaba tanto salir de la oficina que hice cuentas atrás mentales varios días soñando con que el reloj del ordenador marcara la ansiada hora de salida huida). Y eso, teniendo en cuenta que siempre he trabajado de lo mío (odio esta expresión, ¡cómo si lo de cada uno viniera marcado por ley!) y en trabajos que decía que me gustaban. Digo que decía que me gustaban porque lo sentía así. Nunca he tenido un trabajo que odiara, pero el despertador cada mañana seguía siendo una pesadilla, el sábado mi día favorito de la semana y las semanas de vacaciones el cielo en la Tierra.

Antes, cuando hablaba con gente sobre si nos gustaban nuestros trabajos, yo siempre decía lo mismo: me gusta mi trabajo, pero me gusta más estar de cañas con mis amigos. Pues ahora no. Ojocuidao, me sigue encantando irme de cañas y disfrutar de mis amigos, que son los mejores del mundo mundial. Pero muchas veces (puede que demasiadas, por momentos), prefiero quedarme en casa escribiendo que planear cualquier otra opción de ocio. Porque eso es, quizá, lo más importante que he conseguido en mi vida, y que llegó sin apenas darme cuenta: convertir en profesión lo que más me gusta en el mundo. Hay una frase hecha que dice algo así como «convierte tu pasión en tu profesión y no volverás a trabajar nunca». No sé si las redes lo atribuyen a Confucio o a Paulo Coelho, pero lo mismo me da. Es la puta verdad más grande de la historia.

Las vacaciones son un estado de ánimo

¿Que por qué os cuento todo esto (de nuevo)? Pues en parte por eso que ya os he dicho alguna vez de que no os rindáis a la hora de luchar por vuestros sueños. Soy muy defensora de la idea de dejarlo todo de vez en cuando en la vida y empezar de cero con un nuevo proyecto profesional (os hablaba de esto hace un par de meses en Trendencias). Yo tengo la suerte de haber conseguido una de las cosas con las que más había soñado en mi vida. Y no, no es ser escritora, sino algo tan simple como tener mi lugar de trabajo allí donde estén mi portátil y una conexión WiFi. Por eso me puedo permitir irme de vacaciones un par de meses en verano, aunque tenga que hacer equilibrios con el reloj para meter unas cuantas horas de playa en el medio del trabajo.

Pero también os lo digo por otra cuestión más práctica y es que... ¡este blog no cierra en agosto! Llevo semanas viendo anuncios en los 4.291 (tirando por bajo) blogs que sigo sobre cierres por vacaciones, así que, en mi afán infinito de llevar la contraria... yo seguiré por aquí. De hecho, no creo que aguantara todo un mes desconectada de este rinconcito de internet en el que os cuento cosas tan poco interesantes como esta misma de hoy. Seguiré subiendo un vídeo cada lunes (atentas este lunes, de hecho, que viene con premio) y seguiré escribiendo posts cada jueves. Porque las vacaciones son un estado de ánimo y el mío me dice que, sin escribir, estaría muy bajo.

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