La importancia de la toma de decisiones cuando escribimos una novela

Escrito por Abril Camino - 05 octubre


El lunes pasado, os dejé con la idea de vuestra novela pochando en la cabeza. Vamos a hacer un ejercicio de teletransportación e imaginar que ha pasado algo más de tiempo y la idea está madurada y tenéis totalmente claro lo que queréis contar. ¿Listo? Bien. Pues vamos con una buena noticia y una mala:

  • La buena noticia: ahora toca ponerse a escribir.
  • La mala noticia: yo no os voy a enseñar.
Are you fucking kidding me?

Lo digo en serio. Hay miles de cursos de escritura creativa, manuales y todo tipo de materiales. Buscad por ahí. "Por ahí" es en Google, no os liéis. Antes o después, encontraréis el tipo de formación que os puede ayudar. ¿Se puede aprender a escribir? POR-SU-PUES-TO. No sé si alguien os ha convencido de que esto va de tener muchísimo talento innato y, un buen día, plasmarlo todo sobre el papel y convertirse en un genio inmortal, pero... va a ser que no. A escribir se aprende. Se aprende, como os decía, a través de formación tradicional: cursos, manuales, etc. Pero, también, se aprende de dos maneras que, seguro, os van a encantar: leyendo y escribiendo. Cuanto más leas, mejor escribirás. Cuanto más escribas, mejor escribirás. Parecen dos perogrulladas tremendas, pero es que es así. 

Leer y escribir: las claves
Las dos claves: leer y escribir. Mucho.

Habíamos quedado en que teníais clara la idea sobre la que queríais escribir. Pero, ¿tenéis claro cómo la quieres escribir? Este es el momento de que decidas qué tipo de narrador vas a utilizar. No es lo mismo una historia contada en primera persona que en tercera. Ni un narrador testigo que un narrador omnisciente. ¿Que todo esto os suena a chino? Repito: formación, formación y formación. Hay miles de materiales sobre los tipos de narrador en narrativa. Leedlos todos. Buscad cursos específicos. Y, cuando tengáis todos los datos y conozcáis las ventajas y desventajas de usar un tipo de narrador u otro, tomad vuestra decisión.

Toma de decisiones
Qué bonito es tener que decidir, ¿verdad? ¡No!

¿Qué tipo de narrador es mejor? Depende de la obra, de lo que queráis contar y de cómo queráis contarlo. En mi primera novela romántica, Pecado, penitencia y expiación, tenía clarísimo que la narración tenía que ser en primera persona. Me parecía la forma más sencilla de narrar y soy incapaz de imaginarme la novela escrita de otra manera. En los libros new adult de la serie de los hermanos Sullivan, no me planteé otra opción que la tercera persona omnisciente. ¿Por qué? Probablemente, porque Pecado, penitencia y expiación es una novela más reflexiva, que se adentra más en el interior de los personajes (especialmente de Carmen, la narradora protagonista) y más sentimental. Y la serie de los hermanos Sullivan es una obra mucho más coral, especialmente según avanzan las tramas y se van incorporando más personajes.

Todo esto que os he contado suena muy profesional, pero lo cierto es que, a mí, el tipo de narrador me vino solo. Mientras la idea se pochaba en mi cabeza, me imaginaba los fragmentos que escribía y la narración se impuso en cada caso de una manera diferente.

Bueno... ¿decidido el narrador? ¿Madurada la idea y la trama? ¡¡Bieeeeen!! ¡¡Toca ponerse a escribir!! NO. Error. Toca ponerse a planificar. Pero, de eso, os hablaré la semana que viene.

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